Aprovechando la semana santa y con la necesidad de ponerme un poco en forma (llega la Mussara en Mayo) decidí probar el macizo central del Francia, zona totalmente desconocida para mí.
Una buena opción para empezar desde el norte del Macizo es coger el AVE Barcelona-Lyon: bueno, bonito y no muy caro (pero tienen enchufes en todos los asientos!).
Antes de empezar, unos días de visita, buena comida y mejor compañía por Lyon y Clermont-Ferrand ayudaron coger energías para iniciar la travesía.
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| Festival Medieval en Lyon |
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| Cogiendo fuerzas para la ruta |
Primera etapa:
El primer día empezó tarde como es normal y, como suele ocurrirme casi siempre, comenzamos improvisando la salida de Clermont. Solo sabía que debía dirigirme al sud, por lo que fuimos...al Oeste. La razón: la carretara, que luego se convirtió en semi-autopista nos dirigió hacia allí y cuando cogimos el primer desvío ya era tarde...o el momento perfecto porque nos encontramos subiendo un puerto de esos que gustan subir, de esos que llegas arriba y dices: Pues no estamos tan mal! Las carreteritas que discurrirían por St. Gene Champanelles y alrededores siguieron trazando un recorrido acorde con los paisajes del macizo Francés que no me abandonarían en unos días.
De quien si me tuve que despedir fue de Aida, poco después de comer un bocata de proporciones poco comunes y hacer la digestión atravesando parajes amplios y suaves.
Finalmente llegué a Condat, un pequeño pueblo que contaba con tres hoteles y una farmacia y unas 100 casitas que conformaban un pueblo de lo más reconfortante...si hubiera rastro de humanos!
Elegí el hotel que tenía patio para dejar la bicicleta y acerté de lleno.
Segunda etapa:
Me levanté con ganas de degustar el desayuno de la familia holandesa, que no me defraudó y me dio fuerzas para afrontar, esta vez solo, los 3 grados de temperatura y los 10 km de cuesta abajo (aveces unos prefiere subidas para entrar en calor!).
Aunque el recorrido seguía siendo de los más bonitos que he "bicicleteado" en Europa, los puertos se convirtieron en un continuo sube baja que acabaron por ponerme de los nervios que desembocaron en una tremenda pájara que me invitó a acortar la etapa y buscar alojamiento en Jussac, en lugar de Aurillac como tenía pensado.
Después de una buena ducha solo pensaba en comer pasta, pasta y más pasta pensando que el problema era la alimentación (ingenuo). El restaurante italiano que había divisado unos 4 km antes de llegar al hotel me daría todos los hidratos necesario para volar al día siguiente! Mi gozo en un pozo. Restaurante cerrado. Nuevamente, un pueblo precioso, pero vacío. Las sorpresas me las volvieron a dar en el hotel: Una positiva y otra negativa. La positiva, sin duda, la mejor sopa de queso que haya ingerido en mi vida. La negativa el tripoux, la palabra lo dice todo, pero me dejé llevar por mi afán de probar cosas nuevas.
Al menos, me fui a la cama con la tripoux llena y un pequeño dolor en el glúteo izquierco que me preocupaba levemente.
Tercera etapa:
http://www.routeyou.com/route/
Una vez llegado a Figeac, una última subida a Capdenac bien valía el esfuerzo ya que Raph, Dani y sus hijos me esperaban para alojarme en su bonita casa. Y por supuesto no pude negarme a quedarme un día más a descansar y pasar un buenísimo rato con ellos.
Cuarta etapa:
Después de estudiar un poco el terreno y teniendo en cuenta que tenía que llegar a Formigueres en dos días, decidí adelantar unos 70 km en tren para subirme a la bici en Gaillac y recorrer una etapa prácticamente llana. Aunque el paisaje de viñedos y prados en flor invitaba a una jornada apacible por desgracia el dolor en el glúteo no me dejó disfrutar del paisaje.
Quinta etapa:
La quinta esta se centró en subir el puerto más largo de Francia, La Quillane, reunirme con los amigos con los que al día siguiente disfrutaría un poco más de la zona de Formigueres.
Sin duda uno de los tramos en carretera más bonitos con lo que me he encontrado, pero cuidado, 50 km de subida, aunque no sea de porcentajes duros, cansan! .
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